La adolescencia es un momento evolutivo importante en la vida de la persona. Se sabe que casi el 50% de niños con TDAH necesitarán aún atención clínica cuando se conviertan en adolescentes, debido a los problemas relacionados con el trastorno. También existen algunos casos que se diagnostican por primera vez en la adolescencia.
Las demandas académicas y sociales en esta etapa son mayores pudiendo poner en evidencia por primera vez dificultades en las funciones ejecutivas o empeorando el funcionamiento en casos ya detectados.
Esta etapa es también donde con más frecuencia pueden aparecer problemas de ansiedad o depresión y donde hay mayor riesgo de desarrollo de conductas disociales y de consumo de tóxicos.
La intensidad de los cambios físicos, emocionales, cognitivos que sufren los adolescentes pueden provocar discusiones interminables entre padres e hijos, comportamientos ofensivos y de rebeldía contra la figura de autoridad, estos son cambios propios de cualquier adolescente, y si a esto le añadimos el TDAH probablemente las conductas se multipliquen de forma dramática.
¿Cómo podemos mejorar la relación con nuestro hijo adolescente?
Los especialistas recomiendan tener en cuenta algunas "reglas de oro":
Comprender el desarrollo del adolescente y el impacto que tiene el TDAH sobre éste.
Tener expectativas realistas.
Dedicar tiempo frecuentemente para pasar tiempo con él o ella. Trate de encontrar horarios para compartir juntos.
Hacer una lista de cosas que le interesen a su hijo/a, averiguar sobre ellas y ver la oportunidad de charlar con él sobre esos temas. Evitar entrar en modo de enseñanza o interrogación.
Motivar la buena conducta, prestando atención positiva y utilizando elogios descriptivos, por ejemplo si encuentra a su adolescente ordenando la habitación podría decirle: "Gracias por ordenar tu cuarto, hiciste un buen trabajo".
Enseñar a solucionar problemas preguntando: "¿qué opinas? ¿cómo podríamos resolverlo?".
Establecer reglas bien definidas en casa y fuera de ella.
Hacer seguimiento al cumplimiento de las reglas, trabajando en equipo.
Hacer peticiones en forma clara y en calma, es importante hacerlas en el momento oportuno, mirando al adolescente, captando su atención, describiendo exactamente lo que quieres que haga, dándole tiempo para que coopere y finalmente agradeciendo su cooperación.
Manejar las conductas emocionales con calma y modelando autocontrol. En este proceso es importante reconocer y validar lo que el adolescente siente. Mantenga la calma y si el adolescente no logra regularse, es preferible que usted se retire de la situación diciéndole: "Puedo comprender tu enfado, pero ahora me estoy enfadando yo y no quiero hablar contigo mientras me sienta así, voy a salir a calmarme y cuando vuelva podemos conversar al respecto".
Solicitar ayuda profesional cuando se requiera.
Tener sentido del humor.
Cuidarse como padres.
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María Elena Huamán
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Referencias bibliográficos
Barkley, R.; Robin, A. (2011). Adolescentes desafiantes y rebeldes. 10 pasos para solucionar los conflictos y mejorar la convivencia. Barcelona: Editorial Paidós.
Parellada, M. (2009). TDAH. Trastorno por déficit de atención e hiperactividad. De la infancia a la edad adulta. Madrid, España: Alianza Editorial.
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